jueves, 29 de julio de 2010

«Cuba. Julio y agosto en la memoria».Por Juan Mario Rodríguez.

Ayer en la emisión estelar del Noticiero Nacional de Televisión informaron que uno de los asuntos que se analizaron en las reuniones de las comisiones permanentes, previas al 5to período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, a celebrarse a partir del 1 de agosto próximo, fue la caída de la producción nacional de café. Este año se produjeron apenas seis mil toneladas del fruto, el diez por ciento del total de cosechas anteriores.

Muy bien por el medio. El reporte indicó que las causas del tremendo descalabro son el deterioro de las plantaciones y el éxodo masivo de los campesinos de los lugares donde ellas están ubicadas. Y ahora, ¿qué pasará? Probablemente, lo mismo que ha estado sucediendo en los últimos cincuenta y un años. Eso sí, los revolucionarios ya están alertados para no aceptar las críticas de los enemigos, los contrarrevolucionarios.

El 26 de julio de 1962 Castro dijo que «las críticas tienen que ser de los revolucionarios para superarlas». Hoy vemos que, por ejemplo, respecto a la producción de café, hace mucho tiempo que las cosas no estaban funcionando, pero ha tenido que ocurrir la dura caída, cual detonante, para que el gobierno, con «fe», recuerde que «a pesar de las cosas que pueda haber mal hechas, no tenemos tregua contra ellas», como también dijera Castro aquel día.

El discurso de arriba sigue mal. El ejercicio, lo vemos, peor aún. En todas direcciones. Por ello, no serán los acuerdos veraniegos, edulcorados con más centralismo, los que revertirán el caos en el que se encuentra sumida la agricultura nacional. Después de los acuerdos, el ejército de burócratas parásitos pertenecientes al ramo continuará haciendo su agosto a costa del sudor de unos pocos humildes productores, a los que bajo ningún concepto se les dejará soñar con independencia. A los acuerdos les seguirán la ineficiencia y la corrupción. El hecho de que una oficina del Ministerio de la Agricultura sea mis vecinos me hace un conocedor de causa.

La libertad es, queda una vez más demostrado, la clave de la prosperidad. Esa verdad de Perogrullo es la amenaza que tanto espanta a los mandantes de la noche. Seguramente a ellos, en medio de tanto desvelo, no les faltará el café.

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