martes, 26 de abril de 2011

«La oficina de la frescura».

El pasado 22 de abril, al mediodía, entregué en la Contraloría de la República de Cuba una carta dirigida a la Licenciada Gladys María Bejerano Portela, Contralor, denunciando por enésima vez las molestias relacionadas con las indisciplinas sociales que cometen algunos de los empleados de la oficina del Ministerio de la Agricultura que se encuentra ubicada desde hace seis años contigua a nuestra vivienda.
La pachanga perpetua y la cháchara en plena jornada laboral son hechos que pueden confirmarse con una escueta pesquisa, que definiría la prescindibilidad de esa entidad estatal, sita en calle 10 No. 8 e/ 1ra y 5ta reparto Alkázar, municipio Arroyo Naranjo, La Habana, un enclave en el que pulula la chabacanería y la corrupción.
Los efectos indeseables de la presencia en nuestro entorno de la nefasta oficina -probablemente algunos los consideran subjetivos- se han incrementado en las últimas semanas debido a la indolencia manifiesta de las autoridades de la Unidad Municipal de Higiene y Epidemiología y del Consejo de la Administración de Arroyo Naranjo.
La chispa que me impulsó a hacer público este hecho fue que al llegar a la Contraloría, cerca del mediodía, la custodio de la puerta principal dormitaba dentro de la garita. Al llamarle me invitó a que entrara e indicó la casona donde, dijo, me atendería la recepcionista.
La recepcionista estaba entretenida haciendo algo con una computadora. Le pregunté si ella recibía la correspondencia y me respondió que si. Cuando le entregué la carta la tomó con desgano, preguntando “¿y esto qué es?”. Finalmente, se percató. Le solicité un comprobante de recibo y me espetó que solo me firmaría una copia de la carta, como hacen comúnmente en innumerables entidades estatales. Fui preparado, asi que Yaquelin (la recepcionista) firmó que recibió la carta el 22/4/11 a las 11:45horas, según su reloj.

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