miércoles, 6 de enero de 2010

«Verdad de Arroyo (III)». Por Juan Mario Rodríguez.

El sitio oficialista Mi Habana reconoce que en el municipio capitalino Arroyo Naranjo existen pocas industrias y, además, no menciona a la que, por su desempeño, es una de las de mayores impactos –positivo y negativo- dentro de la periférica comunidad, la gran ciudad y toda la isla. Positivo, porque hasta tanto no consigamos convertir a Cuba en Utopía, el dinero seguirá siendo «la pieza clave de la vida económica moderna». Les explico.
Ubicado en el linde entre Arroyo Naranjo y el municipio 10 de Octubre, en el reparto El Moro, a 300 m aproximadamente del reparto Vista Alegre, se encuentra un taller poligráfico (sin nombre) del Ministerio del Interior, en el que, según los pobladores de la zona, se confeccionan pasaportes y hasta el renombrado “Chavito” (moneda nacional convertible o CUC).

Este basurero está frente a una escuela primaria. Al fondo se encuentra ubicado el poligráfico.

El centro está enclavado en la que fuera una finca privada. El dueño cedió una parte del terreno al Estado en 1959 y al fallecer los descendientes fueron declarados arbitrariamente usufructuarios. Como no han accedido a mudarse, a pesar de ingentes presiones por parte de las autoridades, el poligráfico opera como una suerte de verdugo que los ha estado torturando inhumanamente desde hace unos veinte años.
Por la parte central de la finca cruza una deteriorada tubería de desagüe del poligráfico. En una ocasión, relató el actual dueño, las aguas contaminadas inundaron el terreno, por lo que perdió una cosecha de arroz y, aunque fue indemnizado, la tierra quedó inservible para el cultivo.
El campesino narró que en su propiedad se han presentado varios funcionarios del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, del Ministerio de la Agricultura y hasta el propio Presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), quienes no han propiciado soluciones a la particular situación (vertimiento de aguas residuales), que afecta también a la comunidad y a la provincia, porque a pocos metros fluye una corriente de agua que se comunica con el río Martín Pérez, que desemboca al mar por la costa norte.


El dueño de la finca declaró que no consume lo que producen estas plantas.

El benceno, un componente básico de las tintas, es una sustancia de probados efectos cancerígenos que, además, puede resultar venenoso si se inhala en grandes cantidades. Otras sustancias usadas en los procesos de impresión son los disolventes, compuestos por cetonas (propanona o acetona) o por mezclas de hidrocarburos (aguarrás). Probablemente el agua del río ha sido contaminada también con residuos de nitratos, cadmio, plomo, arsénico y mercurio, propios de vertidos industriales complejos.


La corriente de agua contaminada que se comunica con el río Martín Pérez.

Los efectos de la contaminación del agua incluyen a los que, de manera directa, lesionan la salud humana. Afecciones a los riñones, el hígado y el cerebro son algunas de las complicaciones más comunes que pueden traer el contacto con estas sustancias o el consumo de alimentos producidos en terrenos contaminados.

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