martes, 19 de octubre de 2010

«A 78 años de la hecatombe ucraniana. La realidad cubana contemporánea por asociación».

En el año en que nació mi padre los comunistas soviéticos, a quienes idolatró, se dedicaron afanosamente a exterminar a 7 millones de ucranianos. Mi abuelo (su padre), había sido fundador del primer partido marxista-leninista de Cuba.

En el invierno de 1932/33 José Stalin ordenó confiscar los pocos recursos alimentarios que poseían los ciudadanos de Ucrania, con el objetivo de exterminar a la población de esa etnia que se resistió a someterse ante el terror soviético. Irónicamente, las democracias de occidente disfrutaron de esos alimentos -exportados por el dictador soviético- a sabiendas que millones de soviéticos perecían por hambre.

En esa época la prensa occidental cumplía cabalmente sus funciones e informó oportunamente sobre lo que se conoció como genocidio del hambre. “Los ucranianos habían sido exterminados ante todo el mundo. Pero el mundo no hizo nada para ayudarlos”.

La práctica de este experimento social en Cuba desde 1959 ha cobrado mas de 70 000 víctimas, una cifra que probablemente parece ridícula al occidente que apoya de diversas formas al régimen de La Habana. Está claro que la situación cubana dentro de la Revolución pudo ser mucho más crítica. Precisamente el reclamo constante de los repudiados demócratas de la isla estriba en la posibilidad de que sea peor en el futuro.

Cuba está viviendo la peor etapa de su historia revolucionaria. A la planificación del despido de un millón tres cientos mil trabajadores para impulsar supuestamente una política económica coherente con la actual situación financiera global, le supera la deformación social experimentada por los cubanos durante los últimos 50 años de colectivismo. Varios prestigiosos economistas vaticinan que la particular reforma cubana del momento está encaminada a fracasar.

Cientos de fosas comunes de la era estalinista se han descubierto en Ucrania, pruebas irrefutables de la maleficencia del pensamiento y obra marxista leninista legados a la historia de la humanidad. La proyección actual del socialismo del siglo XXI, con la que el régimen cubano se sustenta en nombre de la autodeterminación de los pueblos, debe permanecer como una cuestión atada por los insuficientes mecanismos internacionales que escudan a nuestro pueblo.

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