martes, 12 de octubre de 2010

«El cartero que no llama».

Las autoridades territoriales de la Dirección de Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior correspondiente me confirmaron el pasado 4 de octubre que mi permiso de salida o Carta Blanca o Tarjeta Blanca -bendito color- «no está« para que pueda emigrar preventivamente con mi familia a los Estados Unidos de América.

Hace ya dos años y cuatro meses que espero. El regodeo institucional, sin embargo, no obedece a los malos manejos propios de la burocracia comunista. Cuestiones oscuras son las que mueven a quienes blanden con aire prepotente y finalmente realizan periódicamente el demoledor plumazo.

La lista de espera es numerosa. Al cierre del año fiscal 2008 la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana informó que 238 personas autorizadas a entrar en el territorio de ese país esperaban por los controversiales permisos. Otras embajadas como la de España, Alemania e Italia aportan con seguridad su cuota de víctimas, también enajenadas por el síndrome del pitazo.

Ojala esta nota llegue a Mrs. Sarah Stephens, del Centro para la Democracia en las Américas y a Mr. Howard Berman, Presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EEUU, para que quede claro en cualquier venidero «sólido debate» la condición de rehenes del régimen en la que se encuentran cientos de cubanos, una verdadera vergüenza que no merece premios. Espero que un empeño tan serio como es el Proyecto Heredia, impulsado por el Movimiento Cristiano Liberación que liderea el Premio Sajarov Osvaldo Payá Sardiñas, llegue también a sus mesas de trabajo.

El gobierno cubano no es de fiar. Los acuerdos migratorios firmados en 1994 por Cuba y EEUU han estado siendo violados sistemáticamente por las autoridades de la isla a pesar del relativo continuismo. Las presiones bajo las que trabajan los funcionarios estadounidenses en La Habana tampoco deben pasarse por alto a la hora de emitir ciertos criterios.

Aquella jornada que comenzó en una fila para ser «atendido» por una oficial que quizás se deleitó comunicándome la mala noticia, terminó frente a mi máquina para perfilar estos denunciatorios caracteres a favor del respeto de los derechos naturales de todos los cubanos.

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