martes, 7 de junio de 2011

«Aritmética bodeguera».

Una sencilla reflexión sobre las medidas que ha implementado el gobierno cubano para intentar aliviar la menesterosa situación económica nacional nos lleva a concluir que los trabajadores de esta isla soportan cargas impositivas superiores a los de otros países, incluidos aquellos que viven en los que impera el sistema que han denominado capitalismo salvaje.
En Cuba todavía existen centros estatales improductivos, a pesar del reordenamiento laboral que en principio separaría a 1,5 millones de empleados, proceso que se ha contenido dada la magnitud del impacto negativo provocado por los despidos masivos. La oficina del Ministerio de la Agricultura que se encuentra colindante a nuestra vivienda, ubicada en el municipio Arroyo Naranjo, es un vivo y molestoso ejemplo de irracionalidad en el uso de fuerza de trabajo y del fondo de tiempo de trabajadores.
A la sombra de la condenada al fracaso política económica del partido y la revolución, que «ratifica el principio de que en la sociedad socialista cubana nadie quedará desamparado», medran cientos de miles de potenciales disponibles que desangran el presupuesto del Estado, al que los trabajadores por cuenta propia, los agricultores pequeños, las cooperativas, etc. contribuyen decentemente.




Cochero trasladaba el pasado año a turistas desde el Parque de la Fraternidad en La Habana.
Esos miles, la mayoría individuos bien instruidos, especializados -gracias a la Revolución- en simular que trabajan, y que además son capaces de conseguir beneficios económicos propios al margen de sus puestos, son un lastre que probablemente nuestra economía salvaguardará por largo tiempo con licencia de los disonados principios socialistas.
La relativa tranquilidad existente dentro de la comunidad de los nuevos capitalistas cubanos estriba en la ignorancia sobre los asuntos empresariales y económicos. Al respecto, tampoco el gobierno ha creado un programa nacional para enseñar al sector privado a conseguir el éxito y ni siquiera lo aproxima a parte de la abundante literatura científica conocida para que no pequen.
El empirismo de hoy nos remonta a los bodegueros venidos a la isla desde la península siglos ha. En cuestión de números, aun cuando no pocos eran analfabetos, los bodegueros se distinguían por la precisión y la agilidad mental en el momento de ajustar cuentas.

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