lunes, 20 de julio de 2009

«Una historia cotidiana».By Juan Mario Rodríguez.

Probablemente Cuba es la única «potencia médica» que tiene la mayoría de sus beneficiarios fuera del territorio nacional. Y no es, como seguramente saben, por el hecho de que los cubanos todos hayan abandonado la isla. No. Es porque, como no pocos ignoran –la estadística queda pendiente- un gran por ciento de nuestros profesionales de la salud está sirviendo en otros lares en nombre de la solidaridad y el internacionalismo.
Por ello, como está sucediendo en estos momentos en la Óptica del Consejo Popular Guinera, ubicado en el municipio capitalino Arroyo Naranjo, usted puede necesitar hacerse unos espejuelos de los que por aquí llaman bifocales y se encuentra con una empleada -me sucedió el pasado jueves- que le informa, a la manera particular que nosotros los cubanos conocemos bien, entiéndase haciendo ver al paciente o al cliente como entupido o molestador, que no se están haciendo espejuelos con la graduación requerida (la que requiere mi madre) y que no se harán hasta «nuevo aviso».
Se deduce que tendremos que personarnos periódicamente en el citado establecimiento hasta que resolvamos el pequeño problema o, como decimos campechanamente, abramos bien los ojos y con un poco de suerte demos en el clavo.
Probablemente pasará mucho tiempo antes de que existan los medios para hacerlos. Conspira, también, que estamos en plena etapa de vacaciones. Entonces, seguramente, las recetas médicas de muchos de los esperadores deberán ser actualizadas y para ello tendrán que acudir nuevamente al oftalmólogo.
Según la prensa nacional, la brigada médica cubana que sirve en Venezuela está compuesta por unos treinta mil profesionales. En Bolivia, por otra parte, trabajan unos 1800 cubanos en los programas de salud del gobierno de Evo Morales.
El hacer de todos ellos mejoraría ostensiblemente los servicios de salud nacionales, aliviando, de paso, la pesada carga que aquí llevan sus colegas sin beneficios adicionales.