La fe cristiana y los sumos instintos femeninos obnubilaron la objetividad de la señora Dora Amador. La periodista hasta endilgó, en defensa de la que llama su convicción, epítetos irrespetuosos contra el congresista cubanoamericano Mario Díaz-Balart, promotor de un proyecto de enmienda que limitaría los viajes y remesas de cubanos a Cuba.
De un plumazo (La polémica enmienda de Díaz-Balart) Amador ha trastocado, sino invertido, los papeles de la mal llamada extrema derecha del exilio cubano y la viciada izquierda isleña, encasillando como cínicos y necios villanos a quienes han demostrado patriotismo y entrega total a la causa de nuestra libertad.
La periodista no tuvo en cuenta, ni expuso, en el momento de impugnar el basamento de la discutible moción, que los sufrimientos de la nacionalidad cubana y las penurias que padecen los que viven en la isla son consecuencias evidentes de la instauración del «paraíso terrenal» marxista leninista a partir de 1959.
Qué la normativa es intensa, como también lo es el propio exilio, estamos de acuerdo. Probablemente, la Amador no coincidirá tampoco en que únicamente las presiones internas a partir de la bautizada Primavera Negra del 2003, la oportuna y decisiva postura de los Estados Unidos y de la Unión Europea a raíz de aquellos trágicos acontecimientos, así como el desempeño de las modernas tecnologías de la comunicación y no la flexibilización del «sin voz ni voto» -según el Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón de Quesada- Presidente Barack Obama, han alcanzado socavar el andamiaje y hermetismo despótico de La Habana.
La reminiscencia de que el neoexilio cubano es menos enemigo de todos los que quedamos por acá hecha por la periodista es sumamente desafortunada. Sin pensarlo, enmarcó a todos los «tristemente también cubanos» que en esta hora nos enfrentamos, junto a los asesinos y represores que defienden a la tiranía comunista que logran que una madre como Reina Luisa Tamayo tenga que llorar en el exilio la pérdida brutal de un hijo opositor o disidente.
Sin adentrarnos en significativos detalles, cabe señalar que Amador también ha soslayado que las esperanzas de millones de cubanos están centradas, hoy más que nunca, en la desaparición del régimen y no en moderadas disposiciones que tampoco benefician a la mayoría de nuestro pueblo, ese al que la dama personalizó tan inocentemente.
La Habana, 13 de julio de 2011.
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