miércoles, 10 de junio de 2009

«De cambio y unidad».Por:Juan Mario Rodríguez.

Anteayer un amigo visitante llegado del norte me comentó con total intención que la administración Obama está trebejando políticamente ajedrez y no ejercitando la lucha libre, como erráticamente hiciera la saliente administración republicana.
El comentario -que por supuesto no atañe solamente a nuestro caso (el de Cuba)-, un tanto chispeante, encierra una observación muy seria cuyo origen es el alcance de las primeras medidas tomadas por los Estados Unidos frente a la crisis financiera internacional y en relación con América Latina, Europa y el mundo en general.
La parte que nos toca, sin chovinismo, me hizo meditar en la predestinación de la cubanidad que a través de nuestra historia nos hemos (han) atribuido. Quienes primero lo hicieran, seguramente, pensaron -con mucha razón- que el hecho de estar ubicados geográficamente a solo unas millas de la que sería la nación más grande del planeta debía ser una señal divina. Otros, con falso orgullo, se han dedicado a renegar la voluntad del Creador atacando con o sin argumentos a los yanquis.
Los tiempos cambian porque los seres humanos tenemos la capacidad de evolucionar según factores como el entorno, el que a su vez los propios seres humanos transforman. Esa capacidad ha hecho que los estadounidenses superaran diferencias que parecían irreconciliables y, por ejemplo, eligieran a un afrodescendiente como su presidente y a una dama para desempeñar el cargo de vicepresidente. Confieso que casi hasta el final de la campaña pensaba en la incapacidad de los norteamericanos para tal elección, la que, a la postre, consumaron históricamente el pasado mes de noviembre.
La situación económica global tiende a acercarnos. Los cubanos y los estadounidenses, también por pura lógica, estamos llamados a la unión amistosa y solidaria, lo que no significa anexionismo. Valga la aclaración, que no responde al supuesto patriotismo del que se jactan los mandantes isleños.
El futuro y la prosperidad de la nación cubana estarán estrechamente ligados al cambio que conlleve, como no, a las buenas relaciones con nuestro poderoso vecino, el ideal socio comercial de Cuba. Tratar de minar ese camino le ha tomado infructuosamente demasiado tiempo al castrismo.
La introducción de éste papel juega con la opinión de otro allegado que alaba el trabajo de los asesores y la posición de Obama respecto al reflexivo en jefe. Ellos «se limitan herméticamente en las alusiones a la persona» que tiene la voz cantante y la propiedad del pentagrama en la isla. Según mi amigo, eso lo está matando. Todo pasa y lo malo…