miércoles, 9 de diciembre de 2009

«Agricultura y Derechos Humanos».Por Juan Mario Rodríguez.

El 9 de diciembre de 1959 el naciente gobierno revolucionario encabezado por Fidel Castro otorgó los primeros títulos de propiedad a algunos campesinos cubanos en el marco de la Ley de Reforma Agraria. En el batey Amarillas también hubo beneficiados.
En el hoy matancero pueblo Amarillas, ubicado en el municipio Calimete, son muchos los que un día llegaron a poseer la tierra y posteriormente fueron obligados asociarse a cooperativas del Estado. Los que no accedieron, por su parte, sufrieron y sufren aún todo tipo de presiones de las autoridades, por ejemplo, negación de servicios básicos como la electricidad.
En Amarillas fui detenido por vez primera a causa de mi posición anticastrista. Eso ocurrió el día 11 de noviembre del 2003, en momentos en que repartía en las calles ejemplares de la Declaración Universal de Derechos Humanos a los pobladores. El oficial del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI) de la Policía Nacional Revolucionaria que me detuvo me acusó de difundir propaganda enemiga.
La trabas burocráticas que hay que sortear en el país para trabajar la tierra han sembrado de marabú miles de hectáreas. Hace dos años casi un centenar de jóvenes de Amarillas - la mayoría campesinos- se lanzaron al mar para llegar a los Estados Unidos en busca de un futuro mejor.
Hoy, a cincuenta años de la promulgación de la Ley de Reforma Agraria, los campesinos cubanos están más identificados que nunca con las ideas democráticas, que son verdaderas armas de libertad. El retroceso de la agricultura nacional se revertirá únicamente cuando los campesinos se desempeñen libremente. Mañana, al cumplirse 61 años de la aprobación y proclamación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, será un buen momento para pensar en ello.

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