miércoles, 16 de diciembre de 2009

«Crónica de un día inolvidable». Por Juan Mario Rodríguez.

El pasado 10 de diciembre varios esbirros del Departamento de Seguridad del Estado del Ministerio del Interior de Cuba se personaron en centros laborales y hoteles cercanos al populoso capitalino Paseo del Prado, sacando forzosamente a los obreros y empleados para que participaran en el acto de repudio contra las valerosas Damas de Blanco, que marchaban pacíficamente por el lugar llamando la atención sobre el injusto e inhumano encarcelamiento que sufren sus seres queridos en las mazmorras del régimen castrista desde la primavera del 2003, prisioneros políticos y de conciencia adoptados por Amnistía Internacional.
Las bochornosas imágenes exhibidas por la propia televisión cubana hablan por si solas. El anacronismo de lo escenificado por los inescrupulosos «comunistas» cubanos nos remonta tristemente a la época siniestra del fascismo y el nazismo en la Europa de finales de la década del treinta del pasado siglo. La idiotez manifiesta de los vándalos acólitos castristas, que enrarecieron con su presencia las calles habaneras el día sagrado de los Derechos Humanos, sería la envidia de los más delirantes camicie nere.
Esas pruebas, que rebelan una vez más las consuetudinarias violaciones de los derechos fundamentales de la persona humana que ocurren en Cuba, bastan para que se sancione enérgicamente a la nomenklatura gobernante de la isla en todos los foros internacionales.
La culminación exitosa de la campaña de apoyo al Llamamiento Cubano, con la entrega de más de doscientas firmas en la embajada de Suecia en La Habana por parte del Presidente de la Liga Cívica Martiana (promotora de la iniciativa), debe influir también en las decisiones que la Unión Europea pretende tomar respecto al levantamiento de la Posición Común hacia Cuba.
Alfredo Montano después de entregar el Llamamiento Cubano.

La represiva naturaleza del régimen cubano es notabilísima y debe ser escindida definitivamente. La vocación maléfica de los grotescos mandantes de La Habana tiene que ser truncada totalmente. La solidaridad internacional con los demócratas cubanos es, como la libertad, cada día más necesaria.

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