La despedida del verano 2010 para Miguel Sánchez Camejo no pudo ser más aciaga. El excesivo uso de la fuerza por parte de un agente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) le ocasionó una herida que pudo ser mortal, en opinión de la doctora que le brindó los primeros auxilios en el policlínico de Guanabo, ubicado en el municipio capitalino Habana del Este, lesión que finalmente necesitó sutura de unos veinte puntos.
Según Sánchez, el domingo 22 de agosto de 2010, en horas de la tarde, se encontraba sentado a unos cincuenta metros de la orilla de la playa cercana al hotel Marazul, cuidando a unos infantes que jugaban en la arena. De repente dos bandos de jóvenes se liaron a golpes y pedradas. En principio el tomó a los niños y huyó de la escena, pero se percató de que a uno de sus amigos acompañantes le habían propinado una pedrada y continuaba siendo agredido por varios desconocidos.
Sánchez dice que mientras auxiliaba a su amigo sintió un fuerte golpe en la cabeza, dado por alguien que estaba a su espalda. Cayó sangrando al suelo y la persona, a la que no podía identificar, anonadado como estaba, lo tomó por el cuello y lo levantó bruscamente conduciéndolo hacia un camión jaula de la policía. Al rato fue trasladado hacia el citado policlínico y posteriormente hacia el hospital Calixto García.
En el policlínico de Guanabo la doctora expidió un certificado que, explicaron Sánchez y su esposa Marianelis Vera Montesino, la policía desestimó para validar el expedido -a petición- por un médico residente latinoamericano que realizó la sutura y el protocolo en el Calixto García. Posteriormente fue conducido hacia la unidad de instrucción penal de Alamar, ubicada en el reparto homónimo, donde permaneció detenido por cuatro días.
Según los esposos, un primer oficial de la unidad de la PNR de Guanabo expresó visiblemente molesto su desacuerdo por la gestión hecha por los agentes que utilizaron un auto de la policía y combustible para trasladarse arbitrariamente de un municipio a otro.
A Miguel Sánchez Camejo lo están procesando acusado de atentado, según opinó, como represalia por intentar acusar al policía por la severa lesión que este le infligió con la macana. Según la víctima, el agente dijo en principio que fue lastimado en una pierna pero en el acta oficial consta que recibió un golpe en un labio.
La declaración obtenida por este reportero de los testigos Reinaldo Morales Hernández, Adonis Jauma Pedroso, el chofer Enrique Rodríguez González y la joven embarazada Dianelis Figueroa Moya es coincidente. Ellos dijeron que alertaron al policía de que Sánchez no estaba involucrado en la riña tumultuaria y que fueron amenazados con ser golpeados también.
Una vez aplacada la riña el resto de los acompañantes de Sánchez abordaron el camión en el que regresarían a sus casas. Apenas el vehículo anduvo unos metros, declaró el chofer, un enjambre de policías los interceptó, se subieron al camión y bajaron a todos los pasajeros golpeándolos. A Dianelis cinco mujeres policías la golpearon porque manifestó que estaban cometiendo un abuso. A un rastafari lo esposaron y más de diez policías se ensañaron, cacheteándolo y tirando de su cabello con la aprobación de un alto oficial vestido de civil, dijo Jauma.
Ningún medio informativo de la isla divulgó los hechos. Los testigos afirmaron que a un joven que prefiere el anonimato un policía lo golpeó con la cámara fotográfica con que filmó lo ocurrido, que le rompieron el equipo y destruyeron la tarjeta de memoria. La PNR no ofrece información a la prensa sobre los casos que atiende.
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