jueves, 9 de septiembre de 2010

«Cuba. El fracaso de la intermediación estatal». Por Juan Mario Rodríguez.

En contra de las prerrogativas y acciones del Estado pesan argumentos variados. Al hecho de que se le considere un pésimo administrador hay que añadir -al menos por lo que ocurre en Cuba- la condición superlativa de ineficiente intermediario. Ineficiente en sentido general.
En el plano nacional se supone que el Estado debe proporcionar al pueblo un ambiente de legalidad y de orden para su propio desarrollo social. En Cuba no sucede esto en la práctica diaria. Aquí las orientaciones de los que mandan están dirigidas hacia la consecución de determinados objetivos y las respuestas de los supuestos cumplidores van por diferentes vías.
Soy vecino de una oficina que es dependencia del Ministerio de la Agricultura, la que se dedica a proveer mercados, escuelas y hospitales con las cosechas de las diferentes cooperativas del municipio Arroyo Naranjo. Yo he visto, entre otras muchas barbaridades, un cargamento de mangos bien verdes listo para ser colocado en alguno de los destinos antes mencionados.


El improvisado almacen.

Los intermediarios estatales reciben de los campesinos la información de lo que cosecharán. Al ser informados rentan a empresas del Estado los vehículos para cargar los productos. Después de realizada la planificada operación, muchas veces acopian el producto en la citada oficina, para posteriormente volver a cargar y distribuir en los diferentes destinos. Hasta ahí funciona todo al no sé cuanto porciento: el campesino cumple como debía el plan de producción y la dependencia su plan de distribución. Si alguien compró los inmadurables mangos, o no, es otra historia. Los gastos por transportación y salarios de los empleados probablemente no se recuperarán.
El simple análisis de la situación económica nacional actual puede conducir a fatales desenlaces, un marco crítico en el que no se debe ni puede descartar, por ejemplo, el suicidio. Especialistas estiman que la isla importa el doble de lo que obtiene por concepto de exportación. Hoy trascendió que Fidel Castro dijo que el sistema no funciona.
El Estado no debe interferir en la explotación de la tierra con fines sociales. Los campesinos no necesitan que se les instruya sobre lo que deben producir ni como hacerlo. La oferta y la demanda debe ser la única relación que exista entre los productores y los consumidores. El Estado cubano no aprende esa lección.

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