jueves, 4 de noviembre de 2010

«Original sin copia».

El secreto de la asombrosa prosperidad de China se remonta al año 1978, en el comienzo del gobierno de Deng Xiaopin, quien sustituyó a su muerte al legendario Mao Zedong. En esa época, 18 familias de la provincia de Anhwei pactaron a espaldas del partido comunista la división de su granja colectiva en parcelas individuales, para disfrutar de los beneficios de su trabajo particular. El hecho fue informado al Jefe de Estado, quien ordenó que no les detuvieran para observar como funcionaba. Lo que ocurrió fue que las cosechas se duplicaron y aumentaron los ingresos. Deng reconoció que ese era el camino correcto.
La observancia de la actual situación en Cuba y la referente de China indican claramente que el gobernante cubano le está haciendo burlas a su pueblo. Los futuros desempleados no tienen la más mínima posibilidad de prosperar decentemente con su trabajo en el sector privado. Al menos mientras existan el desconocimiento por parte del Estado de las propiedades individuales, la inaccesibilidad de los productores a materias primas asequibles y los draconianos impuestos decretados.
El «poco a poco» al que ha apelado Raúl Castro para introducir su proverbial reforma económica nada tiene que ver con la seriedad que requiere insertarse definitivamente en el «rebaño electrónico» y participar de la globalización, asumiéndola no como mera opción, sino como una realidad que existe. El atraso tecnológico es quizás el mayor obstáculo que la isla debe sortear. Este punto del análisis nos remite nuevamente a la total responsabilidad que le atañe a la Revolución, cuya subsistencia depende, según el General, de los conocimientos y convencimiento de la clase obrera.
La Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el sindicato único manejado por el partido comunista, le está prestando al temeroso régimen cubano un servicio invaluable con la mediación en el despido de más de un millón de empleados. Los desplazados isleños, por añadidura, no tendrán siquiera las mismas opciones que tuvieron los amigos del país-continente asiático. El sueño de una «democracia económica» para Cuba se desvanece ante la opresión totalitaria.

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