lunes, 3 de agosto de 2009

«Perpetuando el desastre».Por Juan Mario Rodríguez.

Del recién terminado Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba me llamó la atención –porque los medios se lo propusieron- el énfasis dado a la aprobación de la Ley General de Museos.
Mi primer pensamiento fue la jocosa expresión que hace un tiempo le escuchara a un amigo, quien dijo que viajar a la isla era un safari. Eso, refiriéndose al hecho de que aún exista afluencia de turistas, que este año crecerá hasta un 2,9 %, según cifras oficiales.
Sin ser alarmista, hay que decir que Cuba tiene muy poco civilizado que brindar. El destino cubano no es siquiera excelente en cuanto a los precios de las ofertas y a la calidad de los servicios en las instalaciones que atienden directamente a los turistas. Entonces, se deduce que una de las motivaciones de quienes vienen de afuera es el morbo por vivir durante unos pocos días en el utópico paraíso comunista y palpar que un ser humano puede sobrevivir durante mucho tiempo inmerso en condiciones precarias.
Realmente un viaje turístico a Cuba es solo comparable con un exótico safari. Ahí están las ruinas que hablan por si solas y la gente que admira embobecidos a los foráneos en una promiscuación rayana entre la ingenuidad y la ignorancia que delata puro primitivismo.


Artistas realizan un performance en el casco histórico de la ciudad.


“Este proyecto viene a mostrarnos una vez mas la prioridad que ha dado y sigue dando la Revolución cubana a la preservación de la memoria histórica y de la memoria cultural de la nación”, dijo el Ministro de Cultura, Abel Prieto, en su intervención en la Sesión Plenaria de la Séptima Legislatura a propósito de la aprobación de la citada ley.
Con las glorias se olvidan las memorias, es un dicho que se hizo popular entre nosotros. Eso, probablemente, es lo que sucederá en nuestra pintoresca ínsula.

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