lunes, 22 de marzo de 2010

«Cuba: La espalda al derecho».Por Juan Mario Rodríguez.

La lógica castrista sostiene que Estados Unidos y Europa, por violadores de derechos humanos, no tienen moral para denunciar a otros países, como por ejemplo, a Cuba. O sea, según el régimen, un violador no tiene derecho de arremeter contra otro y punto.
Supongamos que los fusilamientos de y no culpables en la Cuba de 1959, el encarcelamiento de los traicionados por Castro, los cierres de diarios y revistas, los confinamientos en las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), el envío de tropas hacia Angola obligadas a combatir, las golpizas a quienes penetraron en la embajada del Perú en 1980 y los actos de repudio a quienes solicitaron salir definitivamente del país, el hundimiento criminal de la embarcación Río Canimar y del remolcador 13 de Marzo en los que perecieron medio centenar de niños, la desmedida represión de 1994 por el Maleconazo, la Primavera Negra que llevó a la cárcel a 75 intelectuales y opositores pacíficos en el 2003, el enjuiciamiento sumarísimo y fusilamiento de cuatro jóvenes negros que intentaron huir en una lancha hacia los Estados Unidos, la represión cobarde y constante a las Damas de Blanco, las recientes golpizas a la influyente bloguera Yoani Sánchez, el acoso sistemático contra disidentes y opositores pacíficos, el asesinato del prisionero de conciencia Orlando Zapata Tamayo y la intolerancia hacia los reclamos del también huelguista Guillermo Fariñas no son violaciones de los derechos fundamentales de la persona humana.
¿Son, o no, violaciones de mis derechos la detención policíaca que sufrí en Amarillas, provincia Matanzas, por difundir la Declaración Universal de Derechos Humanos en las calles o la negación de mi permiso de salida definitiva del país (Carta Blanca) desde el verano del año 2008? Los Artículos 13, 14 y 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dan cuenta de ellas.
Una sola violación hace a un violador. El gobierno cubano no está exento.

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