miércoles, 7 de octubre de 2009

«Dilaceración en la ollería».Por Juan Mario Rodríguez.

El gobierno cubano ha colocado en el rol de asentistas a los administradores de los establecimientos de la Empresa de Comercio (bodegas) en que se venden los productos de la canasta básica a través de la libreta de racionamiento. Estos cuadros (dirigentes) del partido comunista se ganaron la tarea de cobrar casa por casa los montos de los equipos electrodomésticos entregados – y repuestos- en medio de la Revolución Energética impulsada por el «Máximo Líder de la Revolución».
Los batalladores-médicos del alma (Trabajadores Sociales) fueron los que acometieron la distribución de los citados efectos (ollas, hornillos eléctricos, televisores, ventiladores, acondicionadores de aire, refrigeradores, etc.) que, aunque han pasados más de tres años, miles de familias no pueden o no quieren pagar por diferentes motivos.
Lo cierto es que los administradores de marras, sobrecargados con ésta nueva responsabilidad, están al borde de la insania. La Presidenta del Consejo Popular Güinera, ubicado en el municipio capitalino Arroyo Naranjo, se reúne casi a diario con los locales para exigirles de manera enérgica –maneras obscenamente gráficas, según expresaron algunos- el cumplimiento de la tarea. Ellos deben, según la cantidad de consumidores que tengan sus unidades, visitar hasta cuatro familias para que paguen al momento o se comprometan a hacerlo mediando un contrato con los bancos.
Los Trabajadores Sociales hicieron «maravillas» en el proceso de distribución de los efectos electrodomésticos, pero el gobierno no lo asume. Eso, según la ideología castrista, no ayuda a reparar las cuantiosas pérdidas. Se conoce de casos de asignación de equipos a núcleos familiares ficticios que, naturalmente, no aparecen en los registros de consumidores y, por tanto, es imposible cobrarles. También, hay casos de familias de muy bajos ingresos que se ven imposibilitadas para abonar los importes interesados, y hasta quienes –en su defensa- alegan, literalmente, haber sido estafados por el Estado, exigiendo que se reconozcan los valores monetarios de los usados efectos que les retiraron.
Un administrador de una bodega del Vedado, barriada del capitalino municipio Plaza de la Revolución, declaró que tuvieron que hacer dos visitas a los morosos, y que el tiene un caso de una persona que recibió un refrigerador en mal estado, dispuesta a pagar en cuanto se lo cambien. Todas estas situaciones, no obstante, perjudican los resultados profesionales de los administradores, quienes, además, se han granjeado la animadversión de algunos vecinos.
El hecho de que aunque el Estado posibilita que mediante convenios entre los beneficiados y los bancos le sea retribuido el importe de los equipos electrodomésticos que entregó o repuso y los pagos no se realicen ha sacado a la luz la existencia de un importante segmento poblacional desvinculado laboralmente.
El paternalismo estatal en Cuba -la cacareada repartición igualitaria de casi todo, como corresponde a una sociedad comunista- sigue cosechando nefastos frutos. Baste con preguntar a los administradores de mi barrio. Las muecas delatan las consecuencias de un proyecto fallido desde la génesis.

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