lunes, 26 de octubre de 2009

«Retrogradación del comunismo cubano». Por Juan Mario Rodríguez.

El pueblo cubano tendrá que esperar a que sea instalado un cable de fibra óptica de 1,630 kilómetros y capacidad de 640 megabytes por segundo entre Venezuela y Cuba para enterarse a través de la Internet de que en la «hermana» República Popular China existen 345.000 ricos, según informe publicado por la firma de inversión global Merrill Lynch. La cifra, especificó el grupo, representa un aumento del 7,8 % comparada con el año 2005. La firma define como ricos a aquellos que sus activos superan los 100 millones de dólares.
La República Popular China celebró este año el 60 Aniversario de la llegada de los comunistas al poder, encabezados por su líder histórico Mao Zedong. La vigente Constitución de la república, promulgada en 1982 y enmendada en 1999, reafirmó los principios de reforma y apertura económica, teniendo a la propiedad privada como la base del desarrollo del país. En el 2004 la Asamblea Nacional Popular aprobó dos enmiendas constitucionales, presentadas por el nuevo gobierno de Hu Jintao, para garantizar la propiedad privada y el respeto a los derechos humanos.
En Cuba, en el momento en que Fidel Castro se alejó del poder por problemas de salud y la investidura de su hermano era inminente, se barajó con más intensidad la posibilidad de que se realizaran aperturas en consonancia con el deslumbrante modelo chino. Eso no ha ocurrido, ni se vislumbra un acercamiento a la proyección política y económica del gigante asiático que, supuestamente, tanto venera la nomenklatura y que se le enseña al desentendido pueblo a través de los medios.
En un almuerzo invitado por el Subdirector de Información del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, el columnista y analista político Andrés Oppenheimer, autor de Cuentos chinos. El engaño de Washington, la mentira populista y la esperanza de América Latina, le preguntó al funcionario «¿qué ha quedado del comunismo en este país?». Oppenheimer relata deliciosamente que el funcionario, cambiando el talante y adoptando un aire de gravedad, le respondió: «Nosotros seguimos siendo comunistas. Lo que ocurre es que el comunismo es un ideal a largo plazo, que puede tardar doscientos o trescientos años en alcanzarse». Y continuó diciendo: «Durante la década del cincuenta, nuestra percepción del comunismo no era la correcta. Cometimos el error de adoptar políticas destinadas a implantar el comunismo de la noche a la mañana. Sin embargo, como ya lo decía Marx, el comunismo debe darse en una sociedad que ya alcanzó el bienestar material».
China es el segundo socio comercial más importante de Cuba, precedida por la Venezuela de Hugo Chávez, cuyo gobierno ha favorecido a la isla con suministro preferente de 90.000 barriles diarios de petróleo. La política de socialización y estatización del gobernante venezolano, no obstante, es rechazada por el 53 % de la población, según encuesta realizada el pasado mes de agosto por la firma Alfredo Keller & Asociados, por lo que los resultados de las elecciones del 2012 en aquella nación, con Chávez fuera del poder, son una amenaza a la precaria situación económica y a la estabilidad de la isla, inmersa en el albor del siglo XXI en su peculiar «Gran Salto adelante».
El vertiginoso avance económico experimentado por China en los últimos treinta años la ha situado al nivel de los países del grupo G-8. No está lejano el día en que se concrete la admisión oficial del potencial miembro. El producto interno bruto de China subió un 8.9 por ciento a un ritmo record en el último año, según datos obtenidos de la oficina de estadísticas de Pekín publicados en octubre del 2009 por el diario el Nuevo Herald.
Cuba, por su parte, está hoy más que nunca impaciente y ansiosa por justificarse, como empezara diciendo el profesor Irving Louis Horowitz en su ensayo El comunismo cubano (1967), frase de una contemporaneidad tal que, sin dudas, puede resultar contraproducente para los conocedores y estudiosos de la «Revolución cubana». El profesor Horowitz, ya en aquella época, llamaba la atención sobre el papel hemisférico que Cuba se atribuía, anteponiendo a la Doctrina Monroe la denominada «Doctrina de Bolívar». Después vino el protagonismo castrista en las guerras de África, la caída del Muro de Berlín y el advenimiento del llamado Periodo Especial, la insistencia de convertir a Latinoamérica en un bastión contra los Estados Unidos con la concertación del ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas) y la actual crisis económica global, acontecimientos que mantienen a la isla ubicada entre los países más pobres de América Latina.
Los cubanos en la isla, maniatados por voluntad gerontocrática, seguiremos observando por mucho tiempo aún la marcha del rebaño de la aldea global detrás de la barrera. Demasiado tiempo para siquiera pensar en disfrutar de un lujo como el servicio telefónico o de una excentricidad tal como es el acceso a la Internet.

No hay comentarios:

Publicar un comentario